viernes, 3 de noviembre de 2017

UN CHICO DE BROOKLYN, LA MUSEROLA GRAKLE, TUVALU Y GREEN DESERT

·“Admitía con sinceridad preferir los caballos y los perros a las personas. Pelearse con él podía ser termonuclear, según atestiguan dos exesposas y una hija que se quejaba de su desatención para con ella”. Así dice el periodista inglés Chris McGrath en su espléndido libro Mr. Darley’s Arabian sobre el gran entrenador estadounidense Robert Frankel. Y sigue: “Pero inspiraba una excepcional lealtad entre sus empleados, y el retraído y cortés Abdullah quedó destrozado cuando su jactancioso y mal hablado entrenador murió víctima de un linfoma. Después de la muerte de Frankel, sucedida en 2009, Abdullah pidió a su personal que reservaran su nombre para el mejor ejemplar de entre los 170 yearlings de Juddmonte”.

·Robert Frankel, nacido en una familia judía de Brooklyn, decía que su única conexión familiar con los caballos era un abuelo que había servido en la caballería rusa. La vinculación que él –que cayó fascinado por las carreras un día en que sus padres, siendo un niño, lo llevaron al Roosevelt Raceway a ver los trotones- estableció con los purasangres fue tan fuerte y exitosa que le llevó a recibir cinco veces el premio Eclipse al mejor entrenador del año en Estados Unidos y a ser nombrado miembro de National Museum of Racing and Hall of Fame en 1995. Sus pupilos ganaron 3.654 carreras.

·El recuerdo de Robert Frankel se ha hecho muy presente en el turf mundial en las últimas semanas. El British Champions Day empezó con la expectativa de que otro entrenador genial, Aidan O’Brien, igualara el record de 25 carreras de G1 ganadas en un año que Frankel había establecido en 2003 (batiendo, por cierto, el que el propio O’Brien había marcado dos años antes). La expectativa se cumplió en la tercera carrera, el British Champions Fillies & Mares Stakes G1, en la que Hydrangea, hija de Galileo, se impuso conducida por Ryan Moore.

·Poco más de una hora después, la evocación de aquel chico de Brooklyn que acabó entrenando para un príncipe saudí fue más algo sutil, pero quizá más relevante: el Champion Stakes G1, la prueba más notable del día, fue ganada de manera imponente por Cracksman, hijo precisamente de ese “mejor ejemplar de entre los 170 yearlings de Juddmonte” de 2009. Aquel poderoso y bello potro hijo de Galileo y la yegua Kind recibió, de acuerdo con los deseos de Abdullah, el nombre de Frankel y con él asombró al mundo del turf, pues se retiró imbatido en catorce carreras y con la consideración de mejor caballo de la historia del turf, o casi. Cracksman le dio a su padre, el Frankel equino, su primera victoria de G1 en Europa. Su estreno como progenitor en pruebas del máximo nivel se había producido el pasado mayo, cuando su hija Soul Stirring ganó en el hipódromo de Tokyo el Yushun Himba, Oaks japonés. Los éxitos de esta yegua, de Cracksman, y de la no poca progenie de Frankel que ha corrido de forma distinguida en los dos años que sus hijos llevan en las pistas han llevado a que el canon de cubrición del caballo haya pasado de las 125.000 libras a las 175.000.

· Una semana después del Champions Day, en el hipódromo de Doncaster, Aidan O’Brien superaba al fin el record de Robert Frankel cuando su dos años Saxon Warrior, montado magistralmente por Moore, batía a Roaring Lion para ganar el Racing Post Trophy G1. Saxon W. es hijo de Deep Impact, el mejor semental de Japón y gran continuador de la señera línea de Sunday Silence, que ha dominado la cría nipona en las últimas décadas. El caballo ya había dado un ganador de G1 en Europa: Beauty Parlour, que en 2012 se impuso, defendiendo los colores azules de la cuadra Wildenstein, en la Poule d’Essai des Pouliches. Sunday Silence, ganador del Kentucky Derby y de la Breeders’ Cup Classic, estuvo entrenado por el mítico Charlie Whittingham, del que se dice que fue el preparador más admirado por Frankel.  

·Cracksman recuerda bastante a su padre, el Frankel de cuatro patas, por su físico, capa y exuberante acción. La semejanza se acentúa por el hecho de que ambos compiten con muserola mexicana, esa pieza de guarnicionería en forma de ocho o equis a la que se llama también Grackle o Grakle, en recuerdo del caballo que la popularizó, el gran saltador Grakle, ganador del Grand National en 1931. Portadores de la misma en el Memorial fueron también Tuvalu y Parsifal, que repitieron en la importante carrera la gemela que ya completaran en el Gran Premio de Madrid. El Memorial tomó su actual denominación en 1941, cuando, dotada con 12.500 pesetas y sobre la singular distancia de 2.700 metros, la ganó la yegua L’Astrée, de Louis Barnier, montada por Vicente Chavarrías. Pero las viejas guías de carreras nos recuerdan que la prueba se empezó a correr en 1930, bajo la denominación de Gran Premio de Otoño (3.000 metros), y que la primera edición la ganó, con Victoriano Jiménez en la silla, la torda por excelencia de nuestro turf, Atlántida, del Conde de la Cimera. Al año siguiente, el mismo en el que Grakle batió a 42 oponentes para ganar su National, Atlántida, de nuevo con su inseparable Jiménez luciendo la chaquetilla castaña con lunares blancos de Cimera, completó el doblete Gran Premio de Madrid – Gran Premio de Otoño. Entre ese éxito y el homólogo de de Tuvalu, lo han conseguido también Nertal (1962), Aray (1969), Rheffissimo (1976), El Señor (1978), Casualidad (1986 y 1987), Vichisky (1988) y Karluv Most (2010).

Tuvalu (Foto: Rafael Lorente)

·Tuvalu es el cuarto ganador del Memorial entrenado por Joannes Osorio, que también ensilló a Casaca en 2012, Abdel en 2013 y Jade en 2006. No son estos los únicos ganadores de la carrera que se han preparado en El Soto, pues los precedió la alazana La Pista (defensora al igual que  Abdel de la chaquetilla de Alburquerque), que se apuntó la carrera en 1983 montada por Ceferino Carrasco. Tuvalu está criado, como Casaca, por Fernando Hernández-Font en su West Stow Stud, sito en Newmarket. El caballo es hijo del muy buen corredor y mediocre padrillo alemán Shirocco, que sirvió inicialmente en Dalham Hall,  el selecto depósito de sementales de Darley, y desde 2014 lo hace en Irlanda como padre de caballos de obstáculos, entre los que ha producido a la campeona Annie Power.

·El primer ganador del Memorial descendiente de una línea masculina alemana fue Revirado, de Dos Estrellas, al que asimismo montó Ceferino Carrasco. El casi negro Revirado, criado en Torre Duero como Parsifal, era hijo de Epicur, a su vez hijo de Orsini, un ganador del derby alemán criado en Erlenhof, la yeguada de los Thyssen, de la que hablábamos en el artículo anterior. Epicur fue importado por la propia Cuadra Dos Estrellas después de completar una buena temporada juvenil en Alemania, se mostró aquí como un buen y versátil corredor: ganó sprints como el Boo y el Urquijo, y carreras de más aliento como el Diputación de Guipúzcoa, e incluso se colocó en el Villapadierna y en la Copa de Oro. Después fue un buen semental.

·Light Impact, la madre de Tuvalu, ganadora de listed en Francia, fue segunda en el Kutxa de 2008 batida por Abril, madre de Ategorrieta, que se consagró como la mejor dos años en el Gran Criterium. Criada asimismo en Torre Duero, dio un nuevo éxito en la temporada a su padre Rip Van Winkle. Este hijo de Galileo hace la monta en el neozelandés Windsor Park Stud y hasta ahora, con cuatro potradas ya en pista, no pasa de ser un semental útil, aunque a la hora de escribir esto uno de sus hijos, Te Akau Shark, es favorito para la 2.000 Guineas neozelandesas. Ategorrieta está inscrita en una línea femenina que aquí nos ha dado dos elementos ilustres, Reltaj y Bannaby y, por otra parte, tiene el listón a mucha altura de cara al futuro: las cuatro últimas potrancas nacionales que han ganado el Gran Criterium son las esplendidas Leyla (ganadora en 1981, por Chacal), Manola (1982, por Brabant), Teresa (1984, por Rheffissimo) y Robertiya (1989, por Don Roberto).

·La anterior nacional ganadora del Criterium fue Jabiba, en 1972. Hija del gran semental  Zeddaan, corrió para Villapadierna y fue conducida a la victoria por Román Martín. Jinete también de los citados Nertal, Aray, Rheffissimo y El Señor, el gran jockey y luego muy buen preparador fue recordado el otro día con el premio que lleva su nombre. Y si el sábado Ryan Moore había tenido que montar mucho en el Racing Post Trophy para batir a Oisin Murphy sobre Roaring Lion, el domingo Vaclav Janacek no lo tuvo que hacer menos a lomos de Bruneta para superar al elegante jinete británico, que condujo a Electra Voice. Bruneta es hija de Makfi, primer buen corredor del gran Dubawi pero mediano semental, y nieta materna de Cape Cross, padre de tres grandes del turf contemporáneo: Ouija Board, Sea The Stars y Golden Horn. 

Bruneta (Foto: P. Chapa)

·Cape Cross es hijo del muy influyente semental Green Desert, que también produjo a otros dos grandes reproductores, Oasis Dream e Invincible Spirit, de los que descienden algunos de los mejores velocistas que han corrido en Europa en tiempos recientes. Green Desert aparece duplicado 3 x 3 en el origen de Bruneta, y también 4 x 3 en el de Antonella, que ganó el Rubán en buena demostración.  Antonella es hija de Dream Ahead, otro gran velocista del que asimismo tenemos entrenados en España a Igollo de Camargo y Famara. El caballo es hijo de Diktat, que ha servido en Dehesa de Milagro y ahora pasa allí su retiro. El otro día vimos a su hijo Santiz -medio hermano de Rilke, ganador del Villapadierna- rematar por los palos para apuntarse el tradicional Infanta Isabel.

·Green Desert fue un muy buen corredor. Segundo en las 2000 Guineas del mítico Dancing Brave -uno de los mejores defensores de la casaca verde, rosa y blanca de Khaled Abdullah- después ganó la July Cup G1 y la Vernon’s Sprint Cup G2. Su carrera terminó sin embargo en anticlímax pues fue último en la Breeders’ Sprint Cup de 1986. Quince años después, esa carrera la ganó un caballo llamado Squirtle Squirt. Fue el primer ganador de la Breeder’s para el genial Rober Frankel, que desde que en 1984 se inaugurase la millonaria jornada de carreras había ensillado en la misma a 38 participantes sin conseguir ganar. Después entrenó a cinco ganadores más en las famosas pruebas, entre ellos Ghostzapper, que venció en la Classic en 2004. Cuando murió cinco años más tarde, su obituario en The Blood-Horse apuntaba que la última carrera que había visto, pocos días antes de fallecer, había sido la Classic que ganó Zenyatta

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